El espíritu del tocador abraza y reaviva los códigos burgueses del siglo XIX: un ambiente cálido y acogedor, una iluminación tenue y una decoración inspirada en los gabinetes de curiosidades. En las paredes, los marcos barrocos conviven con los espejos de ojo de bruja y los exvotos, los motivos toile de Jouy y los espejos trumeau se encuentran en cómodas suavemente redondeadas, y las alfombras kilim armonizan con las consolas. Tonos cálidos de rojo ópera, marrón cálido, verde profundo, carmesí o mordiente, chucherías que nos encanta acumular. Toques de latón en joyeros colocados sobre el tocador, portavelas de cristal grabado o bonitas botellas esparcidas por la mesa como joyas, candelabros de cristal mercurizado tan fáciles de combinar... Una decoración única que puede utilizarse tanto en invierno como en verano.